Los hermanos Ayala Amaro, Luis Andres de 60 años y Wilberto de 63 , esperan por ayuda para construir su hogar de madera y zinc desde del huracán María, el pasado 20 de septiembre de 2017. | Foto: Ramón “Chito” Arrroyo
(26 de noviembre de 2019 – CyberNews) – Los hermanos Luis Andrés Ayala Amaro y Wilberto Ayala Amaro de 60 y 63 años respectivamente, del sector Bordaleza del barrio Emajaguas de Maunabo, esperan por ayuda para construir su hogar de madera y zinc, destruida totalmente por el huracán María, el pasado 20 de septiembre de 2017.
Han realizado más de 15 peticiones de ayuda, entre ellos apelaciones a la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA en inglés), pero sus reclamos no han sido respondidos.
“Hemos presentado tres declaraciones juradas estableciendo la titularidad de los terrenos, pero nuestras gestiones no han sido atendidas”, expresó Luis Andrés.
Los sexagenarios de escasos recursos vivían en una humilde casa de madera y zinc que tenía dos cuartos, cocina y un baño, que le dejaron sus padres, tras éstos fallecer. Al quedar sin hogar, un sobrino les brindó alojamiento en un sótano de su casa, donde viven temporalmente esperando que algún día puedan volver a tener un hogar.
Sus alimentos los cocinan en una estufa portátil que tienen el patio donde estaba su casa y a veces tienen que cocinar con un fogón utilizando leña.
Restos de madera y zinc que recogieron tras el paso del huracan Maria con la esperana de volver a levantar su hogar. | Foto: Ramón “Chito” Arrroyo
Tras el paso de María recogieron restos de madera y zinc con la esperanza de levantar su casa. “La madera y el zinc prácticamente se han dañado y nadie ha podido ayudarnos”, dijo Luis Andrés al mirar con lágrimas en los ojos el lugar donde una vez vivieron con su padres donde solamente queda un pedestal que le brindaba el servicio de electricidad, a lo que una vez fue su hogar”, relató Wilberto.
Los sexagenarios sobreviven solamente con los escasos ingresos que reciben de los cupones de alimentos, donde cada uno recibe $118 dólares mensuales que apenas les alcanza para alimentarse.
“No tenemos dinero ni para pagar luz, ni agua”, añadió.
Están desempleados y tienen condiciones de salud, pero tienen esperanza de algún día recibir el seguro social de trabajos que realizaron en la agricultura en el pasado, algo que es incierto porque no saben si las retenciones que les hicieron puedan haber cubierto sus beneficios del Seguros Social.