(12-diciembre-2022) La hermana de la maestra retirada de Humacao, Lourdes Milagros Hernández Rivera, encontrada sin vida en las cercanías del Monumento al Jíbaro en Cayey, en declaraciones escritas agradeció a rescatistas y personas que se unieron en oración ante la difícil situación de pérdida.
Al admitir que no pudo personalmente hacer expresiones a la prensa, ni tuvo el valor de prender ni siquiera el televisor, Linnette Hernández Rivera expresó por escrito “Deseo expresar lo que no pude hacer personalmente con la prensa. Soy una persona que no tiene redes sociales y en esos días no tuve el valor ni de prender el televisor. He vivido esta pesadilla de la cual no puedes despertar sino afrontar en carne propia, estando presente y en pie gracias a la fuerza mayor que sólo viene de Dios y sobrepasa la fragilidad humana”.
Añadió que “Amo a mi patria y conozco el corazón del pueblo de Puerto Rico y a pesar que he estado incomunicada quiero agradecer cada oración que nos ha mantenido en pie. A la familia, amigos y a cada persona que aunque no nos conociera se unió en oración, GRACIAS. Necesitamos de eso; mucha oración para afrontar tan difícil situación y tan grande pérdida. Cómo humanos y seres imperfectos tenemos que buscar herramientas que fortalezcan nuestras vidas día a día para vivir a plenitud. No sólo las personas que padecen de alguna condición mental o de depresión; nos toca a todos, vivir cada día con conciencia y control; que no vivamos en automático sumergidos a las responsabilidades del día a día que nos puede absorber. Nos toca buscar esa herramienta que fortalezca la mente y el espíritu y encontrar el espacio para realizarla”.
Sobre el estado emocional de Lourdes Milagros dijo: “Esto que vivió mi hermana; no tiene género , no tiene estatus social, ni es cuestión de educación; cualquiera puede caer en una depresión. Pienso que es muy fino el hilo entre una cosa y otra; la vida es frágil y debemos responsabilizarnos en cuidarla. Nuevamente; agradecida de todos, de cada oración, de los rescatistas por su admirable labor, agentes, capellanes que llegaron sin conocernos a dar apoyo, de su amor Héctor que nunca la dejó sola. Agradecida de la vida, de la familia que Dios me regaló, de la hermana que tuve y de sus amados retoños que crecieron a su lado, de cada una de las experiencias vividas que nos forman y nos enseñan; y por tantas cosas más. Estoy confiada en la misericordia de Dios. El amor y la misericordia de Dios es infinita y Él conocía exactamente la enfermedad y lo que había en el corazón de mi querida hermana Lourdes. Un noble corazón que ayudó a tantos entregando siempre cuerpo, alma y corazón”.