Noticia por el Centro de Periodismo Investigativo
(17 de diciembre de 2019) – La universidad pública ha recibido menos del 1 % de los fondos reclamados para su recuperación. El ambiente posthuracán prevalece en los once recintos, mientras la administración culpa a Agencia Federal para Manejo de Emergencias (FEMA) y La Oficina Central de Recuperación y Reconstrucción (COR3), pero estas agencias se lavan las manos.
El Centro de Periodismo Investigativo (CPI) hizo un recorrido por los once recintos de la Universidad de Puerto Rico (UPR) termina con un inventario de salones clausurados por hongo, planchas de zinc sueltas, bibliotecas con funciones a medias, ascensores fuera de servicio y techos con goteras, daños que 30 meses después del huracán María, todavía enfrenta la comunidad universitaria.
Una situación similar enfrenta el campus de Humacao con su biblioteca. Allí, el tercer piso de la estructura que alberga tres salas de colecciones permanece clausurado desde el 2017. Si se le pregunta a la comunidad universitaria de la UPR cuál fue el recinto más afectado por María, todos apuntan hacia Humacao, ubicado en el este de la Isla, por donde entró el huracán. El ciclón dejó allí pérdidas ascendentes a $36,823,370 millones, una cantidad significativa si se toma en cuenta que es un campus mucho más pequeño que el de Río Piedras. Nueve edificios se vieron afectados por los vientos, entre estos, la biblioteca, el teatro y la cancha. Estos dos últimos, ya se rehabilitaron.
Para la presidenta del Centro General de Estudiantes (CGE) de Humacao, Alondra Díaz, la biblioteca debió haber tenido prioridad antes que otras estructuras.
“Estamos funcionando sin un pulmón. Después de María se nos dijo que se abriría el tercer piso de la biblioteca en marzo [de 2018], luego en mayo, y nada. Pasó diciembre y nada. Ya estamos en septiembre de 2019 y seguimos en el vaivén”, lamentó la estudiante de Ciencias Naturales.
Durante el recorrido por el campus de Humacao, el CPI tuvo acceso al tercer piso de la biblioteca Águedo Mojica Marrero. En el espacio hay que caminar despacio para no resbalar en alguno de los charcos de agua que todavía se acumula en días de lluvia. También hay que estar atento a no quedar enredado en algún cable que se desprende del techo. A ratos, hay que taparse la nariz para no asfixiarse por el olor a humedad y hongo.
Además de ser un espacio de estudios, esta parte de la biblioteca mantiene colecciones históricas únicas como las que se guardan en el Centro de Documentación Obrera Santiago Iglesias Pantín. Allí, plásticos cubren las mesas llenas de libros amontonados y una máquina deshumificadora trata de recoger la humedad. En todas las salas del tercer piso los conductos de aire están sueltos, los plafones fueron removidos y los equipos, como computadoras y máquina para sacar copias, están tapadas con plásticos.
“Si no se atiende este piso, se van a perder las colecciones. Además, antes los estudiantes tenían más espacios para estudiar e incluso allí trabajaban algunos compañeros. Ahora por la limitación cierran más temprano”, sumó Díaz.
Poco se sabe de la continuidad de trabajos en la biblioteca en Humacao. Este campus se vio involucrado en una investigación por el mal manejo en los procesos administrativos para contratación de empresas que ofrecieron servicios tras el paso del huracán. Los señalamientos provocaron la renuncia del entonces rector interino, Héctor Ríos Maury, en septiembre de este año, luego de que el CPI revelara una auditoría de la Oficina de Auditoría Interna (OAI) de la UPR en la que se confirmó la violación de
reglamentos y procesos en la contratación de las empresas Reyes Contractor Group, HOD Investment y West Security Services.
A pesar de que Ríos Maury apeló la auditoría y defendió su gestión en la firma de los contratos con estas empresas, la OAI de la UPR mantiene los hallazgos intactos en su informe presentado ante la Junta de Gobierno de la institución.
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