La pareja María Pérez Ramos y Miguel Vázquez, residentes de la comunidad San Isidro en Canóvanas | Foto: Cristina Martínez (CPI)
(24 de febrero de 2020) – “Esto no es vida”, aseguró al Centro de Periodismo Investigativo (CPI) una residente de San Isidro en Canóvanas.
María Pérez Ramos jamás pensó que el terreno que le cedió el exalcalde de Canóvanas, José “Chemo” Soto, en la comunidad San Isidro hace 19 años era inundable. Ahora lo único que desea es mudarse a un lugar seguro, donde no sienta temor cada vez que llega la temporada de huracanes.
Pérez Ramos solicitó ayuda del Programa de Reparación, Reconstrucción y Reubicación (R3) del Departamento de la Vivienda (DV) con la esperanza de ser reubicada. A cuatro meses de haber sometido la solicitud, aún no sabe cuál de los tres tipos de ayuda le brindará el programa que cerró su proceso de solicitudes en diciembre.
Por su parte, Departamento de la Vivienda confirmó el que el programa aún no ha reubicado a nadie, pues todavía están evaluando los casos.
Los residentes, también, enfrentan problemas con los servicios de agua, electricidad y temen ante la alta incidencia criminal.
La mujer contó cuando se mudó en 2001 a la calle Glorimar Sánchez en el sector Valle Hill del barrio San Isidro, no ha podido conectarse legalmente al servicio de electricidad y agua potable, porque el gobierno no otorga estos permisos en zonas inundables. Cuando se queda sin la electricidad junto a su esposo, Miguel Vázquez, tampoco pueden reclamar.
Constantemente se le dañan los enseres eléctricos de la casa, los que han tenido que comprar varias veces con el dinero que recibieron de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) tras el huracán María, sostuvo Pérez Ramos.
La comunidad San Isidro está ubicada en la llanura de inundación del Río Grande de Loíza, el río más caudaloso de Puerto Rico. Los residentes del sector Valle Hill han construido sus viviendas sobre dos humedales que conectan al río, el Caño Norberto y el Caño San Isidro, indica un informe de la Clínica Legal Psicológica de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Cayey, que da servicios allí.
La zona cuenta con tres mil viviendas, de las cuales unas 900 se destruyeron luego de María.
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