(4-junio-2025) El rostro del envejecimiento en Puerto Rico está cambiando a un ritmo alarmante. Detrás de cada cana y de cada paso lento hay historias que claman por atención, y un sistema que parece cada vez más incapaz de responder. La creciente población de adultos mayores enfrenta un panorama crítico: escasez de cuidadores, falta de recursos y un apoyo gubernamental insuficiente.
Para Omarie García, propietaria de García Nursing Home y con más de 15 años de experiencia en el campo, el problema es más profundo de lo que muchos imaginan.
El cuidado de envejecientes demanda un enfoque integral que reconozca tanto las necesidades físicas como las emocionales. La transición de una vida independiente a una de dependencia puede ser devastadora, especialmente para quienes sobrepasan los 90 años y han vivido con autonomía toda su vida. “La resistencia a aceptar ayuda es común. Pero con paciencia y comunicación, se puede lograr una transición digna”, asegura García.
Uno de los aspectos más alarmantes que denuncia la especialista es la falta de personal capacitado. La crisis no es menor: muchos adultos mayores viven solos, sin familia cerca, y en condiciones de pobreza o abandono.
En medio del abandono institucional, la comunidad tiene un rol vital. Organizaciones locales, vecinos y líderes comunitarios pueden ser la diferencia entre una vida digna y una existencia olvidada.
Hoy, más que nunca, Puerto Rico enfrenta una decisión colectiva: o invierte en el bienestar de su población envejeciente o continúa ignorando una crisis que, tarde o temprano, nos tocará a todos.